Crepúsculo Bicolor ( cuento )



Sentado en una saliente de las rocas observaba el espectáculo, quizás, por última vez.
Las sombras rojizas y azuladas cubrían todo de un brillo casi espectral y a la vez onírico. La aguas del lago reflejaban el fuego y el hielo proveniente del espacio. Y a mas avanzaba la hora mas intensos eran los colores. La atmósfera los filtraba de manera tal que todo se teñía de tonos rojizos salpicados de leves colores violáceos o, si se miraba hacia el lado opuesto del horizonte de eléctricos azules con destellos escarlatas.
Asi eran los nacientes y ponientes de aquel mundo. Por un lado el gigantesco sol rojo, hinchado, imponente, pero el pálido reflejo de una estrella que moría con lentitud. Y orbitando a su alrededor su quizás mas que extraña compañera: una enana azul.
A veces el Universo creaba esos raros binomios, dos gemelos que orbitaban en realidad un punto en común, pero que a la vez daban luz y calor a un conjunto de mundos que los acompañaban en su deambular en torno de la galaxia.
Los había visto centenares de veces y aun lo asombraban, en la Tierra nunca podría haber visto algo asi.
Ahora, a medida que la enana azul avanzaba en su vertiginoso periplo alrededor de su compañera la iluminación iba cambiando.
Mientras estaban aparentemente separadas cada una daba su color a los mundos que las rodeaban, pero cuando en su avance la azul se colocaba por delante de la roja, el intensísimo brillo de la primera se sumaba al rojizo resplandor de la gigante y todo se teñía de un fulgor violáceo. Y todo esto a medida que se iban ocultando bajo el horizonte iluminando el crepúsculo de todas las combinaciones posibles de ambos colores.
Pero algo le preocupaba al hombre-científico que se sentaba cada tarde a ver ese espectáculo, tan ajeno, pero ahora cotidiano. Los observatorios astronómicos de aquel mundo, refugio de los terrícolas luego de la Gran Catástrofe, habían detectado una mas que extraña conección de las estrellas.
Un delgado tubo de materia estelar se había creado entre ambas, con un flujo de material que se dirigía en un solo sentido, desde la mas grande hacia la mas pequeña. sin duda la enorme fuerza gravitatoria de la enana había roto el equilibrio entre ambas y se había producido lo inevitable, que la brillante azul comenzara a absorver material de su compañera. Era aun algo incipiente, pero que continuaría inexorablemente, de manera que la mas pequeña iría gradualemnte incrementando su masa hasta que en un momento alcanzaría un punto crítico y esa materia que se iba acumulando dispararía una nueva combustión nuclear. Se produciría, asi, uno de los mas impresionantes fenómenos del espacio, la enana estallaría en una gigantesca explosión, aumentando su brillo en millones de veces haciéndose visible desde distancias inimaginables, transformándose en una nova.
Pero al mismo tiempo esa brusca expulsión de materia alcanzaría a su hermana roja, desintegrándola y enviando el material de ambas a impresionantes velocidades hacia el espacio exterior, desintegrando todo a su paso, incluyendo el mundo desde el cual el hombre-científico observaba.
Sería en unas decenas de años, poco mas o menos, pero era algo inevitable y dentro de poco tiempo partiría junto a otros en busca de un nuevo mundo para habitar, era el único recurso para la supervivencia de la raza humana, que parecía destinada a vagar por el espacio sin encontrar un mundo permanente. Es que asi de cambiante es el cosmos y parece ser un medio demasiado hostil para frágiles criaturas humanas.
Hacía tan solo unos pocos centenares de años que los humanos se habían instalado en ese planeta, precisamente huyendo de otra catátrofe cósmica que sacudió a su mundo original, el choque con un inmenso fragmento cometario que dio de lleno en la Tierra destruyendo a gran parte de la vida en aquel mundo y dando muy poco tiempo para que partieran expediciones organizadas en busca de nuevos mundos habitables para la raza humana.
Una vez mas el hombre-científico se dio vuelta, antes de marcharse, para observar los últimos reflejos en lo alto, del crepúsculo bicolor, que no era mas que el preludio de un mostruoso fenómeno que dejaría huérfanos de planeta una vez mas a los humanos.

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