Hielo Lunar (cuento)





I


El vehículo lunar se encontraba junto al cráter. Tres figuras en sus blanquecinos trajes se encontraban al borde del mismo. El fondo era la obscuridad misma. El resto del paisaje, alrededor, se encontraba en una penumbra solo interrumpida por los brillantes reflejos de las luces de sus trajes. A lo lejos, en el horizonte, un resplandor anunciaba la presencia del Sol.
Aquel cráter, el Cirs Australe, se caracterizaba por encontrarse muy cerca del polo sur lunar y por lo tanto su fondo jamás recibía la luz solar. Eso no sería nada sorprendente, si un satélite que pasó por su cenit no hubiera detectado la presencia de hielo de agua en su fondo. Agua en la Luna, jamás se la había encontrado. Tal vez era indicio de que hubiera mas en alguna parte, quizás en el subsuelo, eso resolvería muchos problemas a los humanos que la habitaban desde hacía solo alguna décadas.
- Bién, caballeros, vamos a bajar. Anunció el Jefe de la expedición
El Geólogo fue el primero en descender. Verificó que su arnés estuviera en condiciones y comenzó el descenso de unos cincuenta metros. El borde interior del cráter era un tanto empinado y cubierto de material suelto, lo que hacía un tanto arriesgado el descenso. Potentes reflectores habían sido colocados en el borde tratando de iluminar el fondo.
Con paso lento el Geólogo, seguido por el Jefe, se acercó al fondo viendo que la pendiente era ahora menos pronunciada
- Logra ver algo?
- Todavía no.

Por un instante levantó la vista y observó el borde superior del cráter, su casi perfecta redondez, que encerraba una fracción de negro espacio en el que brillaban sin titilar millares de estrellas. Luego dirigió la vista hacia el fondo y pudo distinguir una formación hacia el centro del cráter. El pico rocoso en el centro se elevaba unos pocos metros del supuesto fondo, el que aun no veía.
Unos veinte metros arriba venía el Jefe, sentía su respiración un tanto agitada a través del auricular de su casco. De pronto las luces de su traje impactaron contra algo. Aguzó la vista, había una superficie contra la cual la luz se reflejaba. Bajó unos metros mas y lo pudo ver, inmediatamente vinieron imágenes de su infancia a la mente, cuando junto a su padre iban en pleno invierno a la orilla de una pequeña laguna a arrojar piedras sobre su congelada superficie. Recordó el extraño sonido que producían las piedras al desplazarse sobre el hielo y tuvo deseos de hacerlo otra vez.
- Es hielo ! Es verdad ! Un lago de hielo !
La voz del Jefe, que se encontraba casi a su lado estalló en los auriculares, sacándolo de su ensueño.
- Si es cierto. Lo que habían detectado los satélites: un gran lago helado en el fondo de este cráter.
Hasta donde alcanzaban sus luces se podía ver la pulida superficie de hielo y ellos se encontraban en la orilla. Por unos instantes se quedaron en silencio observando el espectáculo. Eran los primeros en encontrar agua en la Luna.
- Creo que es un gran bloque sólido de agua...un enorme cubito, podemos caminar sobre él sin problemas asi tomaremos muestras, quiero verificar su pureza.
- Bién Dr ¿ Cómo cree que llegó este agua hasta aquí ? Preguntó el Jefe mientras con sigilo caminaban sobre la superficie helada, la cual era un tanto resbaladiza.
- Un cometa tal vez se estrelló hace muchísimo tiempo aquí. La mayoría del agua debe haberse evaporado pero algo quedó y se congeló, es lo que vemos ahora.
Se dispusieron a montar el taladro con el que extraerían fragmentos de hielo de distintos sectores. Pero de pronto al Geólogo algo le llamó la atención.
Observando un poco mas lejos de su posición el hielo no parecía tan pulido. Dirigió la luz hacia alli y en efecto vio marcas. Líneas que se distinguían claramente del resto de la inmaculada superficie.
- Es raro no ver grietas o pequeñas perforaciones por el impacto de micrometeoritos. Dijo el Jefe montando el taladro, sin prestar atención al Geólogo.
- Sucede que el impacto genera calor que descongela el hielo pero inmediatamente vuelve a solidificarse quedando la superficie intacta. Los microfragmentos hay que buscarlos en el interior de la masa. Aclaró el geólogo mientras avanzaba hacia las marcas.
Se detuvo y las contempló con mas detalle. Las había por todos lados, hasta donde alcanzaba su iluminación. Eran líneas rectas que luego se curvaban, otras describían círculos mas cerrados o abiertos, mas alla había líneas paralelas. Iban y venían centrándose en un radio de unos 10 a 15 metros. Por un momento pensó que eran parecidas a…
Se detuvo en su pensamiento y miró el indicador de la mezcla de aire, tal vez un exceso le estaba haciendo ver cosas.
- Jefe!, Venga por favor
Y el otro hombre se acercó observando los mismos extraños dibujos marcados en el hielo.
- Dios santo ! Que es eso ?
- Son marcas.
- ¿ Como dice ?
- Rayas…Estan hechas con algo que raspó la superficie y me parece…- dijo mientras vagas imágenes acudían a su memoria y su cerebro trataba de acomodar la similitud entre aquellas y estas.
- Se parecen mucho a las que hacía mi hijo
- Que ? Que está diciendo Profesor ?
- Cuando mi hijo era adolescente practicaba patinaje. Yo lo acompañaba y las marcas que dejaba en el hielo eran exactamente iguales a estas. Mire alla, el giro. Esa otra es simple por que iba con un pie levantado. Cuando va con los dos patines juntos deja marcas paralelas. Lo mismo, es igual.
- Bien, entiendo la similitud, pero recuerde que estamos en un cráter en el polo sur de la Luna. Aca no hubo ningún patinador, deben tener otra explicación. Vayamos a retirar nuestra muestra con el taladro y volvamos a la base.
Los dos Selenautas se alejaron de las marcas. El Geólogo se dio vuelta para verlas una vez mas y tuvo la momentánea visión de ver a su hijo haciendo un giro a velocidad sobre el helado lago.




II

En aquel mundo inerte encontrar una curiosidad como esa era algo de lo mas interesante. Parado en el borde de aquel cráter, el humanoide, podía ver apenas por sobre el entrecortado horizonte la parcial figura azulada del mundo vecino y mas alla el brillante círculo de la estrella central de ese sistema tiñendo de un color grisáceo la llanura circundante.
Hace muy poco habían estado en el mundo azul y le llamaba la atención la gran disparidad con el que ahora pisaba. Uno vital, activo, preparándose para la vida ( Tal vez, dentro de millones de años, de seguir las cosas asi, se cimentaran las bases para el desarrollo de vida inteligente ) y el otro desolado y muerto..
Por eso haber descubierto agua en un sitio como ese era algo sorprendente, por mas que estuviera congelada. Con sus sensores volvió a investigar el fondo del cràter y obtuvo la misma respuesta: un extenso lago congelado se extendía a sus pies.
De la nave posada cerca del borde del cráter bajó, con leve movimiento de sus extremidades, unos paneles de fotones, los que fueron ubicados sobre el fondo.
Al encenderse juntos revelaron lo que, seguramente, ningún órgano óptico había captado jamás. Ahí estaba, intacto, como desde hacía siglos, reflejando la fría luz blanquecina.
Con las imágenes que emitía su mente se comunicó con su compañero
- Una rareza. Un lago helado en un mundo sin atmósfera.
- Un cometa, uno grande, ha caido hace mucho, seguramente. Y como nunca da la luz de la estrella en su fondo, se ha mantenido
- Es cierto. Tomaré todos los datos posibles. Quien sabe cuando se regresará a este mundo.
- Yo voy a aprovechar a algo. Es muy tentador.
- Para que ?
- Vos ya sabés, mi vicio. No creo que altere en nada el equilibrio del cosmos.
- No lo creo, hacelo asi nos vamos. Nos quedan varios mundos por recorrer en este sistema.
Con la indumentaria apropiada se lanzó hacia el fondo del cráter. La débil gravedad hacía que cayera lentamente y con gracia. Era el momento de divertirse. Largos períodos encerrado en la nave justificaban ese momento. Lo había hecho en lagos congelados de plomo y amoníaco en otros mundos, pero jamás en uno de hielo de agua a tan baja gravedad. Sin duda podría desplazarse con soltura.
El golpe contra el suelo fue leve y tan elástico que rebotó levantándose nuevamente por unos centímetros. Comenzó con movimientos leves y medidos tratando de acostumbrarse a la reacción de su cuerpo frente a esas circunstancias físicas tan distintas.
Practicar patinaje en esas condiciones de baja gravedad y temperaturas extremas requería de una gran concentración. A medida que tomaba confianza en los movimientos se desplazaba con mas velocidad. La pista virgen no ofrecía ningún obstáculo. Abrió los brazos para lograr equilibrio, tomó impulso, se balanceó y dio un salto a la vez que un giro.
Calculó mal la fuerza y se elevó mas de lo necesario desestabilizándose y cayendo, sin poder evitarlo, sobre la dura superficie.
Se levantó y continuó, haría solo cosas sencillas.
Por largo rato se desplazó suavemente aca y alla, girando a izquierda y luego a derecha, impulsándose con una pierna y luego con la otra, colocando sus extremidades en la espalda. Se sintió bién y la sensación, ahora que dominaba bien su cuerpo, era agradable. Decidió continuar por otro rato.
Desde muy joven había practicado patinaje y no perdía la oportunidad de hacerlo cuando podía. Ese pequeño alto en el trabajo era muy gratificante.
De pronto, mientras dejaba que su mente se abandonara a las mas diversas ideas, se vio enceguecido por un reflejo. Se frenó de golpe y cubrió sus apéndices ópticos para evitar aquella luz que no le permitía ver.
- Ya debés terminar. Debemos partir. Dijo su compañero, mientras retiraba el reflector con el que lo había enfocado.
Lentamente fue patinando hasta la orilla del lago congelado. Por un momento se dio vuelta para observar, por última vez, aquel atrapante lugar y pudo ver las marcas que quedaron en la superficie: eran líneas rectas que luego se curvaban, otras describían círculos mas cerrados o abiertos, mas alla había líneas paralelas. Iban y venían centrándose en un radio de unos 10 a 15 metros.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Esta bueno es original...